La crisis política y la recesión económica en Brasil continúa, y con esto las inversiones en diferentes campos de la economía han tomado un nuevo rumbo. Es el caso de las altas inversiones de empresas extranjeras sobre los conglomerados brasileños, destacándose principalmente las empresas de China que han aumentado ampliamente su participación en proyectos de infraestructura y en las propias empresas brasileñas.

Las dificultades de muchas empresas investigadas bajo la operación Lava Jato, llevada a cabo por la Policía Federal, han abierto una brecha para la entrada de capital extranjero, estimulando el mercado de fusiones y adquisiciones en el país. La lista de los activos que se encuentran a la venta aumenta y supera los US$200 billones; según cálculos no oficiales de los bancos de inversión, el país se encuentra en un momento muy sensible, debatiéndose entre una fuerte recesión económica y un Gobierno que no tiene dinero para invertir.

En medio de este escenario, los inversionistas chinos han ido aprovechando el potencial de inversiones en el país. Una de las inversiones más representativas ha sido realizada por la empresa china Three Gorges que ganó la licitación de $13,8 billones para la construcción de las hidroeléctricas de Jupiá e Isla Soltera en São Paulo, equivalente al 81% de los $17 billones recaudados en la subasta; esto ha marcado un diferencial importante en el tipo de inversiones realizadas por el país asiático que parecen ser mucho más maduras y pensadas, en especial por la relevancia de Brasil como conexión geográfica entre América Latina y Asia.